Los biopolímeros bacterianos como la celulosa, el alginato o los polihidroxialcanoatos (PHA) han despertado un gran interés entre los investigadores de diversos campos, puesto que son estructuras biodegradables, biocompatibles y renovables. Además, sus propiedades pueden ser modificadas fácilmente mediante la combinación de estrategias de biotecnología, biología sintética, ingeniería metabólica y ciencia de materiales. De esta manera, se logran alcanzar características no nativas muy diversas.

El grupo POLYBIO (Polymers Biotechnology Group), perteneciente a la PTI SusPlast, presenta un nuevo artículo de libre acceso en el que se destaca la enorme diversidad estructural de estas macromoléculas, su modo de producción y su potencial aplicación en la vida cotidiana.

La aparición de nuevas tecnologías, como la biología sintética, permite la creación de materiales avanzados de nueva generación con propiedades funcionales inteligentes, entre ellas la capacidad de detectar y responder a estímulos, así como la capacidad de autorepararse. Todo esto ha dado lugar a la reciente aparición de materiales biohíbridos: materiales sintéticos con un componente biológico.

Dentro de los materiales biohídridos existen dos subcampos de gran interés: los materiales vivos híbridos (hybrid living materials – HLMs), como la encapsulación o la bioimpresión, y los materiales vivos diseñados (engineered living materials – ELMs), en los que el material se crea con el uso de herramientas de biotecnología microbiana, y en los que los sistemas biológicos ensamblan y modulan el rendimiento funcional de este.

Los primeros estudios muestran el gran potencial del alginato y de los PHAs como HMS, mientras que la celulosa bacteriana constituye un material más prometedor para la creación de ELMs.

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Ejemplos de un biopolímero intracelular y extracelular. A) PHA acumulado en células de Pseudomonas putida KT2440. B) Nanofibrillas de BC extruidas de células de K. medellinens.